¡Conviértete en el genio de la gestión del tiempo!
¡Conviértete en el genio de la gestión del tiempo!
Es innegable, es uno de los retos más desafiantes que enfrentamos día a día. Revisar la lista de “asuntos por hacer” puede desembocar que nos sintamos abrumados. Pero podemos convertir este conato de crisis en una excelente oportunidad para crecer.
La habilidad - sí lo es, y puedes adquirirla practicando – para gestionar el tiempo influye muchísimo en las decisiones que tomamos, específicamente en su calidad. más cotizadas por los reclutadores para puestos de mando o de desarrollo de iniciativas.
Primero, para iniciar este logro, tengamos en cuenta que la lista y los checks, en papel o virtual: nunca van a pasar de moda. El llevar el control de los pendientes es la principal herramienta para calcular el tiempo real disponible. La virtualidad de las agendas en el celular nos da la ventaja, siempre la tendremos a la mano.
A la hora de construir ese desglose de labores, es fundamental tener claridad absoluta de las prioridades y sus objetivos. Muchas veces hacemos una agenda, solo anotando lo que debemos cumplir, sin segmentar la trascendencia de cada tarea para nuestro trabajo y el equipo.
Casi todos queremos huir de la rutina, pero paradójicamente una agenda bien estructurada hará precisamente eso: alejarnos del desorden repetitivo y los reprocesos.
Para alcanzar la productividad real, de ese listado, se debe erradicar por completo las excusas. Incluya en lugar de ellas tiempos de descanso, de lo contrario la tentación de procrastinar se va a asomar cada ciertos minutos. Los tiempos establecidos serán sus mejores amigos en días de saturación.
¿Y si algo le provoca desgano? Entonces, trate de ponerlo en los primeros lugares, entre más pronto salga de ello, más rápido retoma su gusto por el quehacer.
Aproveche todas las herramientas que le da la tecnología para administrar sus tiempos, establezca con esas aplicaciones una muy buena comunicación planificada. Así, la agenda le empezará a sonreír siempre.
Autor: Mariana Sáenz Mora