Bien dicen algunos “la grama es más verde en otro lado” porque de lejos las cosas se ven “mejor” y me gustaría hacer énfasis en ese mejor entre comillas.

Siempre fui una niña curiosa, viendo y viviendo todo por primera vez, y nunca me permití perder esa cualidad.

También fui una adolescente rebelde con esa esencia de querer romper lo común y salir de lo normal. Y fue entonces todo eso lo que se volvió una mezcla perfecta y la deposité en mi amor a Guatemala. Agarré esa inocencia y ganas de verlo todo, junto a mi rebeldía y volví a Guatemala un jardín, mi jardín en el que juego diario.

A los 22 años comenzó mi aventura guatemalteca, con un proyecto para ayudar a mi gente necesitada; y seguido de esto comenzó esa curiosidad de querer ver toda Guatemala y agarré mi mochila y le di la vuelta.

Y fue ese viaje el que me hizo darme cuenta que la grama no es más verde del otro lado, es más verde la grama donde la regamos.

Ahora llevo más de 10 años regando mi grama, mi jardín, mi Guatemala.

Y de eso se trata, de regar lo que es nuestro, de dejar una semilla en nuestra tierra fértil y esperar que aquí florezca.

Y no se trata solo de viajes y aventura. Mi más grande mérito ha sido poder llevar todo este amor que llevo dentro por Guatemala y transmitirlo en todo lo que hago. Porque detrás de cada emprendimiento, cada trabajo, cada oportunidad entra todo mi amor e ilusión por hacer florecer mi país.